Se acerca el 50º aniversario de la Asociación y, con motivo de la celebración de esta efeméride, la gerencia me pide que como socio antiguo escriba unos párrafos que resuman recuerdos de mi pasado, vivencias de mi presente y mi visión del futuro de la Asociación, y así lo hago gustoso, aunque lo de resumir no es lo mío.
En los días en los que ATECYR se estaba fundando yo andaba enfrascado en terminar la cerrera y el servicio militar, por lo que no pude ser socio fundador, pero no tarde mucho en afiliarme. Creo necesario decir que en la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado tuvo lugar una explosión del asociacionismo en España. Muchas asociaciones se fundaron en aquellos años, ATECYR, AMICYF, AFEC, FEGECA, ASEFOSAN… y se desarrollaron y consolidaron en la primera mitad de los 80. Algunas ya no existen hoy y otras han cambiado de nombre. Por motivos familiares yo tenía ya contactos con ATECYR a finales de los 70 pero no tuve el honor de ser socio hasta 1981. Eran aún tiempos heroicos en los que la Asociación funcionaba en un despacho prestado en la sede del Instituto Eduardo Torroja, cuyas dependencias, salón de actos, salas de reuniones, etc., aprovechaba también cuando era necesario. Esta precariedad no impedía que ATECYR fuera ganando prestigio y renombre entre las demás asociaciones vinculadas al sector de la climatización y la refrigeración, precisamente porque, a diferencia de las demás, no era una asociación de empresas ni de empresarios sino una asociación de técnicos a título particular. Muchos, incluidos algunos altos funcionarios de las AAPP, la conocían en aquellos tiempos gloriosos por “la asociación de los Ingenieros”, por lo que ser socio era también una distinción y un orgullo.
ATECYR era, y sigue siendo, un lugar de encuentro, con buen ambiente, en el que los compañeros de profesión podemos compartir experiencias con independencia de las disciplinas de las empresas. Con mucha cercanía entre los diferentes niveles. Desde mis primeras colaboraciones como miembro del Comité Técnico (que en su origen se llamó científico) con Alberto Viti, hasta las postreras con José Manuel Pinazo y Pedro Vicente Quiles como presidentes del CT y sin olvidar al omnipresente Ricardo García San José, he sentido esa cercanía con todos y cada uno de los presidentes de la Asociación que he conocido, así como con otros miembros directivos y, particularmente con la Gerencia y el personal de administración y gestión. No destaco a los presidentes porque han sido muchos en estos cuarenta y dos años de asociado y no quiero hacer de menos a ninguno. Pero no puedo dejar de citar a personas como las que ya he citado que, en mi opinión, han desempeñado unos roles trascendentales para el desarrollo y engrandecimiento de ATECYR y han conseguido agregar el grupo de expertos que hoy compone el CT, con mucha savia nueva, y alguna vieja que aún queda, como era imprescindible para la evolución de este soporte fundamental para la actividad y el prestigio de la Asociación.
Volviendo un poco atrás, quiero hacer un breve comentario sobre la expansión de ATECYR. En los inicios de este siglo XXI la Asociación experimentó un cambio importante y muy positivo en su imagen y en su proyección hacia el exterior. Consiguió “despegarse” del Instituto Torroja para pasar a disponer de unas oficinas y servicios propios, primero en la calle Navaleno 9 (en 2006 si no recuerdo mal) y por fin, desde 2012, en las actuales dependencias de la calle Agastia 112. Esos cambios fueron, sin duda, decididos y promovidos por los presidentes y las juntas directivas de aquellos años, hay que darle al césar lo que es suyo, pero se llevaron a la práctica con éxito gracias a la entrega y al esfuerzo de las personas físicas que se encargaban de la gerencia y la administración en esos momentos. Va mi recuerdo y mi gratitud para Ángel Gómez Heras, hombre de buen humor donde los haya, con el que disfruté de buenas y anecdóticas aventuras que no puedo relatar porque no hay espacio. Y, sobre todo, va mi agradecimiento y mi ánimo para Ana Magdaleno y también para Arcadio García Lastra que son los que actualmente siguen “tirando del carro”. Ana es “el alma de ATECYR” desde su incorporación a filas (creo que fue coincidente con el cambio de domicilio a Navaleno) la Asociación ha crecido exponencialmente, gracias a su incansable actividad, se han consolidado las Agrupaciones Regionales, se han afrontado innumerables proyectos alcanzando los objetivos perseguidos en la mayoría de los casos, se han captado muchos nuevos socios, tanto numerarios como protectores y empresas patrocinadoras, en fin, han conseguido que ATECYR se haga GRANDE. En todo lo técnico Ana ha contado con el soporte valiosísimo de Arcadio que se ha “criado” en la casa, al que también agradezco su entrega y disposición al esfuerzo.
Por lo que a mi respecta, es lógico que en mis 40 años de ATECYR me haya tocado hacer algunas colaboraciones, como a todos, variopintas y diversas, algunas divertidas y otras no tanto: jornadas técnicas, presentaciones, moderaciones, grupos de trabajo, jurados de premios, colaboraciones institucionales, cursos de formación, charlas, redacción de textos reglamentarios…de todo un poco, y todas las he hecho con el mayor cariño. Si tuviera que quedarme con lo más gratificante, personal o profesionalmente, no sabría elegir una sola, en todo caso el honor de haber colaborado durante muchos años con Alberto Viti, al que nunca podré olvidar, y el orgullo de haber sido el redactor de los dos primeros DTIE que el I.D.A.E editó como Guías de Eficiencia Energética y que fueron también los primeros documentos de referencia reconocidos por el RITE 2007.
Y mirando al futuro, porque así lo pide Ana, que puedo decir: cuando yo me integré en ATECYR no éramos más de 300 socios y ahora somos más de 1600, la Asociación se ha hecho grande, como ya he dicho, las actividades se han multiplicado durante los últimos años, basadas sobre el fundamento y el empuje del Comité Técnico, especialmente en materia de formación, redacción de programas de cálculo y DTIEs, etc., así como en la participación en organismos internacionales, y yo creo que eso es bueno, que honra a la asociación y a sus asociados, y que en esa tónica debe continuar desarrollándose y creciendo, formando e informando, particularmente de la reglamentación y normativa en permanente cambio que los socios necesitan conocer para el correcto desarrollo de sus actividades profesionales, pero primordialmente debe seguir siendo un lugar de encuentro para los técnicos de esta profesión y particularmente para los más jóvenes. Así lo deseo.