Nos encontramos en una época del año especialmente sensible en las oficinas. El hecho de contar con un número elevado de trabajadores en un mismo espacio, por grande que sea, multiplica las posibilidades de contagio en caso de gripes, resfriados o enfermedades respiratorias como el COVID, que a pesar de tener una incidencia menor al año pasado sigue provocando bajas en el entorno laboral. A estos factores hay que sumarle un problema poco conocido que tiene que ver con los edificios y la escasa o mala ventilación de estos. Se trata del Síndrome del Edificio Enfermo.
El Ministerio de Trabajo define el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) como el conjunto de síntomas diversos que presentan, predominantemente, los individuos en estos edificios y que no van en general acompañados de ninguna lesión orgánica o signo físico. Estos síntomas pueden ser fatiga mental, sensación de sequedad en las mucosas y la piel, ronquera o infecciones respiratorias, entre otras. Y según el propio Ministerio “una ventilación insuficiente es una de las causas más frecuentes de SEE”.
En este sentido, el Instituto Nacional de Salud e Higiene (INSH) del Ministerio de Trabajo de España, a partir de las recomendaciones de la Comisión de las Comunidades Europeas, estableció una metodología de evaluación del Síndrome del Edificio Enfermo que se desarrolla en cuatro fases. En primer lugar, una investigación inicial de recogida de información. Seguida de una inspección más exhaustiva del edificio. La tercera fase se centra en medir la calidad del aire, el sistema de ventilación y climatización y otras posibles causas y, por último, se hace un examen médico de los ocupantes y se dan los resultados.
Según la OMS, una ventilación insuficiente es una de las causas más frecuentes de esta enfermedad. La vida urbana nos ha llevado a pasar gran parte de nuestro tiempo en espacios cerrados. Por ello es especialmente relevante, en este contexto, hacer hincapié en la salud de nuestros entornos, empezando por la oficina y nuestra casa, para prevenir el desarrollo de esta enfermedad y de otras.
Algunos edificios cuentan con un sistema centralizado de ventilación que distribuye el aire por las distintas áreas. Este aire circula sin renovarse y acumula microorganismos, humos o polvo que contaminan el circuito. Por otro lado, los materiales sintéticos, plásticos o disolventes presentes en las oficinas complican aún más la ventilación.
La suma de los factores mencionados sitúa la calidad del aire en el espacio de trabajo como una prioridad para cuidar la salud de los trabajadores. La ventilación natural frecuente y un control de los niveles de humedad son consejos para conseguir unas buenas condiciones en la oficina. Pero para garantizar un ambiente óptimo de salud y bienestar es necesario contar con equipos de ventilación de doble flujo, un aliado imprescindible para renovar el aire interior.
Tanto para edificios de nueva construcción como rehabilitaciones, Siber cuenta con un catálogo con diferentes opciones de ventilación de doble flujo. Gracias a ellas se evita el moho, la condensación y la presencia de organismos perjudiciales para la salud, y se garantiza la pureza del aire en espacios de trabajo donde el impacto de un ambiente contaminado puede tener graves consecuencias.