Evolución del sector de climatización (de los años 60 a los 70) por Julio Cano Lacunza
Julio Cano Lacunza
Vocal de la Junta Directiva de Atecyr
El siguiente análisis por décadas sobre la evolución del sector de la climatización, formará parte del libro que Gabriel Barceló está elaborando sobre la Historia de la Climatización en España. Mi vida profesional de más de 50 años está inmersa en el sector de la climatización, desde que termine la carrera de Ingeniero Industrial en Madrid, y fiche por la empresa ACOYSA, que para los que la recordéis, fue si no la primera una de las tres primeras en España como instaladora. Debute con ilusión y los conocimientos justos, que fui acrecentándolos por el propio ejercicio de la actividad profesional y por las estancias que mi empresa tuvo a bien respaldarme en otras empresas como la fábrica americana Acme en Detroit, la suiza Sulzer y otras más que me brindaron la oportunidad de aprender bastante más de lo que salí sabiendo en la Escuela, ya que esta especialidad, digamos, no era de las catalogadas en las asignaturas clásicas de la carrera. En Acoysa creé el departamento de puesta en marcha, lo que ahora que estamos rodeados de anglicismos se denomina commissioning, y mantenimiento de las instalaciones que hacíamos, con esta actividad adquirí una gran experiencia, porque Acoysa hacia grandes instalaciones y también pequeñas, en una época en que muchas veces había que hacer el proyecto, porque no había una ingeniería antes, la fabricación de las unidades de tratamiento de aire y de conductos, y por supuesto el montaje de todos los elementos que constituían la instalación.
Para desarrollar mi modesta aportación, he pensado que lo mejor sería contar, mis vivencias durante los pasados cincuenta años de lo sucedido en el Sector de la climatización en España.
Se que es una apuesta ambiciosa pero con la indulgencia del lector, con la que siempre he contado, voy a tratar de resumir estos años transcurridos, condensándolos en décadas. Así los “sesenta”, “setenta”, “ochenta”, “noventa” y “dos mil”, nos permitirán volver al pasado. En los “dos mil” comentaremos el presente y nos atreveremos a escudriñar el futuro.
Década de los “Sesenta”
Las instalaciones de aire acondicionado, utilizando un término de la época, comienzan a extenderse por la geografía española, principalmente a través de edificios singulares de grandes compañías, bancos, hoteles, hospitales y edificios comerciales, lo que hoy conocemos como Gran Terciario. El sector tiene una estructura muy simple, recayendo en la empresa instaladora una gran parte de la misma, excepción hecha de algún fabricante nacional de equipos de refrigeración, representantes o distribuidores de equipos extranjeros, preferentemente norteamericanos, así como de material de control. El instalador tenía que hacer frente a la fabricación de conductos de chapa, climatizadores, hoy unidades de tratamiento de aire, etc., como ya he comentado, utilizándose muchas veces los climatizadores de obra, no sólo porque el «ladrillo» fuese barato, sino por compensar la falta de un climatizador de chapa adecuado, o acortar un plazo de entrega muy largo. Eran años donde el instalador hacía el papel de ingeniería, con técnicos en plantilla que proyectaban gran parte de las instalaciones que ofertaban y equipos de delineantes, mecanografía, etc.
En una palabra fue la década de las empresas instaladoras.
Década de los “Setenta”
Fueron años difíciles para los pioneros del mantenimiento, actividad inexistente hasta estas fechas, porque tuvieron que ir convenciendo de la necesidad de un mantenimiento diferenciado a la propia organización, normalmente una empresa instaladora, que les cobijaba y a los usuarios o propietarios de las instalaciones que atendían.
Al actuar la empresa instaladora como ingeniería, fabricante e instaladora, muchos de los problemas que surgían en el funcionamiento de las instalaciones y que su departamento de Mantenimiento, en el mejor de los casos, tenía que solventar, tenían su origen en un deficiente diseño, fabricación o montaje, por lo que entraban en colisión puntos de vista y departamentos diferentes.
El mantenedor que iba buscando una instalación con menos problemas, más fácil de reparar y de mantener, fue el contrapunto del técnico proyectista y ejecutor, haciendo las veces de un control de calidad final. Esta etapa sirvió para mejorar la calidad de las instalaciones y concienciar a los diversos agentes económicos que componían este proceso, que el mantenimiento era imprescindible en un mercado en alza, en donde las instalaciones iban creciendo en progresión geométrica cada año.
Con estas premisas, es obvio que el término mantenimiento, que hoy utilizamos de forma generalizada, no sólo no era conocido, sino que ni siquiera, convenientemente aplicado como hoy lo entendemos.
Dos ejemplos claros de lo antes referido fueron las empresas instaladoras AIRESA y ACOYSA que trataron de resolver con una organización, apéndice de la principal, la atención que sus propias instalaciones demandaban. Eran una respuesta a:
- La reparación de las averías que surgían en equipos instalados, que el fabricante o distribuidor no era capaz de solventar por falta, muchas veces, de medios adecuados.
- Cubrir la garantía de las instalaciones por él ejecutadas.
- Resolver los problemas técnicos que surgían en la puesta en marcha.
- Adaptar las instalaciones al uso real que de las mismas hará el usuario.
- Dar respuesta a las necesidades de un servicio de posventa de sus propias instalaciones.
Estas empresas surgen en un mercado claramente dominado por las empresas instaladoras, que se multiplican al crecer fuertemente la demanda de confort de los usuarios, al mejorar el nivel de vida por causa del crecimiento económico de España en general, y en particular, por el fuerte tirón de la construcción, como motor de nuevas instalaciones. El uso de la calefacción centralizada por carbón o fuel-oil es generalizado, y los equipos de aire acondicionado fabricados en España por ROCA, INTERCLISA, KLIMAT, ELYTE, etc., cubren la oferta necesaria, llevando por tanto el aire acondicionado (climatización) a cualquier tipo de local o edificio. Asimismo la oferta en todo tipo de materiales y equipos aumenta, contribuyendo todo ello a facilitar y mejorar las instalaciones que abarcan no sólo los edificios nuevos sino a los existentes.
Un hecho importante que sucedió en los «setenta» y que tuvo grandes consecuencias para el sector, fue la crisis del petróleo. A mediados de los «setenta» en el mundo occidental en general y a finales en España, la fuerte subida del precio de los crudos, condujo a un replanteamiento de los costes energéticos, con lo que ello significaba en los costes de producción de los distintos sectores: primario, secundario y terciario, lo que obligó a las empresas a adecuarse a la nueva situación si querían subsistir y a otras a desaparecer, vía suspensión de pagos en la mayoría de los casos.
El sector de la climatización, calefacción y agua caliente sanitaria no fue ajeno a este problema, cuanto más, cuando el combustible preferente para calefacción era el gasóleo, que había sustituido en este tiempo al fuel-oil. A finales de los «setenta» muchas empresas, fundamentalmente las grandes, desaparecen del mercado al no poder soportar, por un lado, la disminución de la demanda de instalaciones al entrar España en una recesión económica importante y por otro, unos sindicatos que surgen con necesidades reivindicativas desde el anonimato, del régimen anterior, virulentos y poco comprensivos con los problemas por los que atravesaban las empresas.
Esta recesión no afecta por igual a las empresas de mantenimiento y a los instaladores. Los mantenedores tenían a su favor:
- Una consolidación como empresa más reciente, con un organigrama más flexible y acorde con los momentos que se viven, y un menor número de personas de mano de obra directa que estaba empleada en contratos de mantenimiento, suscritos con clientes que a lo sumo reducían el valor de la asistencia técnica prestada pero no el servicio en su totalidad.
- El tener cubierta su cifra de negocios en una gran parte al principio de cada año, con su cartera de clientes.
- La problemática sindical en la empresa era más sencilla, si es que la había, al ser pocos empleados y con poca antigüedad. Hay que apuntar que las grandes empresas instaladora que ya he comentado ACOYSA, AIRESA, CORCHO etc., disponían de un personal fijo que pasaba de los 400 empleados.
- Los edificios existentes demandaban pocas reformas o ampliaciones de sus instalaciones, pero sí necesitaban de un mantenimiento para seguir funcionando, con un coste en energías inferior.
Las instaladoras por el contrario se vieron afectadas por:
- Una estructura de mano de obra indirecta pesada y de difícil aplicación.
- Una muy buena mano de obra directa cuyos conocimientos en el montaje de instalaciones no era posible utilizar.
- Mucho personal y con mucha antigüedad.
- Las constructoras que eran parte de sus clientes naturales, sin trabajo, cobrando mal y pagando peor.
Con este panorama es claro lo que pasó.
Las empresas mantenedoras pasaron la crisis con apuros, pero con muy pocas bajas. Prueba de ello es que no hubo ningún caso «sonado» entre las más grandes del mercado, y qué decir de las medianas o pequeñas. Las empresas instaladoras grandes desaparecieron casi todas antes o después, y las que sobrevivieron tuvieron lógicamente que buscar trabajo donde fuera. De esta forma nos encontraremos que una mayoría emprendió, por la vía de la subsistencia, que no de la vocación, el camino del mantenimiento.
Quiero resaltar que en 1976, aproximadamente, surgió el problema de la legionella, que tuvo consecuencias importantes para nuestro Sector, a raíz de su aparición dejaron de instalarse las torres de refrigeración, por ser consideradas como responsables de algunos de los fallecimientos que ocasiono la legionella, cuando hoy en día se sabe que el virus que genero esta enfermedad está en el agua de las redes públicas y es fácil de eliminarlo, ya que no aguanta temperaturas altas, pero las consecuencias han sido que se dejaron de usar las torres de refrigeración (evaporatívas), sustituidas por condensadores de aire, cuyo rendimiento es bastante peor.
La década de los “setenta” fue la del mantenimiento.