Políticas sobre refrigeración y sostenibilidad II: Salud por Gabriel Barceló Rico-Avello

Gabriel Barceló Rico-Avello

Socio fundador y socio de honor de Atecyr

Nos hemos referido en el texto anterior al nuevo informe realizado conjuntamente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Agencia Internacional de Energía (AIE), y denominado:Informe de Síntesis de Emisiones y Políticas de Enfriamiento.

Como decíamos, en los últimos años, diversas entidades han venido realizando estudios en el ámbito de la sostenibilidad y del consumo eficiente de la energía, con el fin de intentar incidir en el cambio climático. Algunos de estos análisis se han referido específicamente a la climatización y a la refrigeración.

Podemos realizar un breve resumen de estos estudios, que han sido antecedentes y referencias del referido informe de Síntesis de Emisiones y Políticas de Enfriamiento. En primer lugar encontramos un artículo publicado en Nature en 2017, (Mora, C., Dousset, B., Caldwell, I. et al. Global risk of deadly heat. Nature Clim Change V 7, pág.501–506, 2017 https://doi.org/10.1038/nclimate3322), en el que se estima, entre otras, que ante el cambio climático, el 74% de la población del mundo sufrirá temperaturas letales al menos 20 días al año.

El cambio climático puede aumentar el riesgo de condiciones que exceden la capacidad termorreguladora humana. Aunque numerosos estudios informan una mayor mortalidad asociada con eventos extremos de calor, cuantificar el riesgo global de mortalidad relacionada con el calor sigue siendo un desafío debido a la falta de datos comparables sobre las muertes relacionadas con el calor. Aquí realizamos un análisis global de eventos de calor letal documentados para identificar las condiciones climáticas asociadas con la muerte humana, y luego cuantificamos la ocurrencia actual y proyectada de tales condiciones climáticas mortales en todo el mundo. Revisamos artículos publicados entre 1980 y 2014, y encontramos 783 casos de exceso de mortalidad humana asociados con el calor de 164 ciudades en 36 países. En base a las condiciones climáticas de esos eventos de calor letal, identificamos un umbral global más allá del cual la temperatura media diaria del aire y la humedad relativa se vuelven mortales. Alrededor del 30% de la población mundial está actualmente expuesta a condiciones climáticas que exceden este umbral mortal durante al menos 20 días al año. Para 2100, se prevé que este porcentaje aumente a ∼48% en un escenario con reducciones drásticas de las emisiones de gases de efecto invernadero y ∼74% en un escenario de emisiones crecientes. Una amenaza creciente para la vida humana por el exceso de calor ahora parece casi inevitable, pero se agravará enormemente si los gases de efecto invernadero no se reducen considerablemente. (https://www.nature.com/articles/nclimate3322)

Este artículo analiza los riegos de salud de la población, ante el riesgo climático, pero da por supuesto que el único antídoto posible es la climatización artificial de los espacios habitados. También considera de importancia los posibles efectos de la contaminación atmosférica en la salud humana.

Informe de la OMS

Posteriormente, la OMS realizo un análisis en 2018, que es antecedente del informe de la PNUMA, sobre tendencias de salud, y el acceso a la refrigeración artificial: La Organización Mundial de la Salud estimó hace dos años que entre 2030 y 2050 el cambio climático puede provocar 38.000 muertes adicionales en todo el mundo, y según un estudio a nivel mundial, más de mil millones de personas carecen de acceso a la refrigeración, lo que pone en riesgo su salud y seguridad, y otros 2.200 millones solo pueden permitirse una refrigeración más barata y menos eficiente en energía, según un informe reseñado por Reuter.

Tecnologías para detener esta escalada y contener el impulso al calentamiento global que suponen los aires acondicionados ya existen y estás disponibles, pero solo falta la decisión política para implementarlas. Por ejemplo, ciudades bien diseñadas podrían ahorrar el 25% de la energía utilizada para calefacción y refrigeración. Prohibir refrigeradores y acondicionadores de aire baratos y obsoletos, rebajaría considerablemente el costo energético doméstico o industrial.

La acción es cada vez más urgente porque, según el Dr. J. Lee, citado por la BBC, en pocos años los veranos se van a volver demasiado calurosos para los humanos, y no se podrá trabajar al aire libre durante la estación estival. (https://tendencias21.levante-emv.com/la-demanda-de-aire-acondicionado-esta-disparada-y-genera-mas-calor.html)

Cambio climático y salud

Como ya hemos indicado, la OMS publicó en febrero de 2018 un manifiesto sobre esta problemática (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/climate-change-and-health), del que destacamos este resumen:

  • El cambio climático influye en los determinantes sociales y medioambientales de la salud, a saber, un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura.
  • Según se prevé, entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.
  • Se estima que el coste de los daños directos para la salud (es decir, excluyendo los costes en los sectores determinantes para la salud, como la agricultura y el agua y el saneamiento) se sitúa entre 2000 y 4000 millones de dólares (US$) de aquí a 2030.
  • Las zonas con malas infraestructuras sanitarias -que se hallan en su mayoría en los países en desarrollo- serán las menos capacitadas para prepararse ante esos cambios y responder a ellos si no reciben ayuda.
  • La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante mejoras del transporte y de las elecciones en materia de alimentos y uso de la energía pueden traducirse en mejoras de la salud, en particular a través de la reducción de la contaminación atmosférica.

¿Cuál es el impacto del cambio climático en la salud?

Para los redactores del informe de la OMS, existe una evidente tendencia en el cambio climático antropológico, que suscita un calentamiento de la atmosfera. Consideran que en los últimos 50 años, las actividades humanas, particularmente la quema de combustibles fósiles, han liberado cantidades suficientes de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero para atrapar más calor adicional en la atmósfera inferior, lo que afecta al clima global.

Aunque el calentamiento global pueda permitir algunos beneficios localizados, como menos muertes en invierno en climas templados, y una mayor producción de alimentos en ciertas áreas, los redactores estiman que los efectos generales sobre la salud de un clima cambiante son abrumadoramente negativos. El cambio climático afecta a muchos de los determinantes sociales y ambientales de la salud: aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y refugio seguro.

Calor extremo

Las temperaturas extremas del aire contribuyen directamente a la muerte por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, particularmente entre las personas mayores. Según el informe, durante la ola de calor del verano de 2003 en Europa, por ejemplo, se registraron más de 70 000 muertes adicionales.

Siguiendo con el informe de la OMS, las altas temperaturas también elevan los niveles de ozono y otros contaminantes en el aire, que exacerban las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. El polen y otros niveles de aéro-alérgenos también son más altos en calor extremo. Estos pueden desencadenar asma, que afecta a alrededor de 300 millones de personas. Se estima que los aumentos continuos de temperatura agravarán esta carga. Las condiciones climáticas afectan fuertemente a determinadas enfermedades transmitidas por el agua o a las transmitidas a través de insectos, parásitos, caracoles u otros animales de sangre fría.

La medición de los posibles efectos del cambio climático sobre la salud, solo puede ser muy aproximada. Sin embargo, en la evaluación de la OMS, se estima que el cambio climático causará aproximadamente 250 000 muertes adicionales por año, entre 2030 y 2050, de las cuales 38 000 debido a la exposición al calor en personas mayores, 48.000 debido a diarrea, 60 000 debido a la malaria, y 95 000 debido a la desnutrición infantil.

Para la OMS, la crisis climática es una cuestión de salud. La contaminación del aire mata a aproximadamente 7 millones de personas cada año, mientras que el cambio climático provoca eventos climáticos más extremos, exacerba la desnutrición y alimenta la propagación de enfermedades infecciosas como la malaria. Las mismas emisiones que causan el calentamiento global, son responsables de más de una cuarta parte de las muertes por ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias crónicas. Los líderes de los sectores público y privado deben trabajar juntos para limpiar nuestro aire, y mitigar los impactos del cambio climático en la salud.

España ha desarrollado un Programa Nacional de Control de la Contaminación del Aire, coherente con la Guía de Calidad del Aire Ambiental de la OMS, para reducir la contaminación del aire, y sus riesgos asociados para la salud humana y el medio ambiente. (https://ccacoalition.org/en/partners/spain).

El aumento de las temperaturas y la variabilidad de las lluvias reducirán probablemente la producción de alimentos básicos en muchas de las regiones más pobres. Ello aumentará la prevalencia de malnutrición y desnutrición, que actualmente causan 3,1 millones de defunciones cada año.

Ante este panorama, el informe supone que los objetivos que pueden minorar estas tendencias graves para la salud son, principalmente, la reducción de la contaminación atmosférica, por ejemplo, reduciendo drásticamente la combustión de combustibles fósiles, y la refrigeración artificial para permitir la climatización de los espacios habitados, y la conservación de alientos y medicinas.

Por tanto, para estos estudios e informes, el frio artificial, es el principal remedio a esta problematica, pero exigiendo su eficiencia energética y su no aportación de contaminantes, con la eliminación gradual de refrigerantes HFC, bajo el Protocolo de Montreal, como es el caso de Europa.

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