Jerónimo de Ayanz y Beaumont. Inventor de la climatización y de la máquina de vapor I

Gabriel Barceló Rico-Avello
Socio fundador y socio de honor de Atecyr

Mario Barceló Aristoy
Profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid

Julio Cano Guillamón
Presidente de la Agrupación Centro de Atecyr
JERÓNIMO DE AYANZ Y BEAUMONT, fue un navarro español, que a finales del siglo XVI INVENTÓ LA CLIMATIZACIÓN Y LA MÁQUINA DE VAPOR, gracias a su espíritu investigador y a su deseo de resolver los problemas de las minas españolas. Todo ello, a pesar del estado de la ciencia en aquel momento, insuficientemente estructurada y sin suficientes conocimientos científicos definidos sobre fluidos, mecánica o sobre la capacidad motriz del vapor de agua.
Ayanz pertenecía a una noble familia Navarra, que había apoyado a Carlos V desde su llegada a la península, por lo que fue designado a los catorce años, junto con su hermano mayor, con el privilegio del nombramiento de paje del rey Felipe II, con residencia en El Escorial, recibiendo una enseñanza privilegiada para aquel tiempo.
Destacó en la corte por su fuerza y sus dotes personales, y a los diez y siete años se incorporó a los tercios españoles, participando en diversas batallas en Flandes, siendo descrita su valentía y coraje por sus mandos, hasta llegar a conocimiento del rey, por lo que, cuando es herido en una refriega, este le concede una encomienda de la Orden de Calatrava, con una pensión vitalicia.
Posteriormente participa en nuevas batallas, y consigue controlar un posible atentado al mismo rey en Lisboa. Siendo nombrado por este posteriormente, Regidor de la ciudad de Murcia, en donde fija su residencia.
Conocimos a este polifacético inventor español gracias a la labor investigadora del catedrático de la ETSSS de Valladolid Nicolás García Tapia, autor del libro: Un inventor navarro: Jerónimo de Ayanz y Beaumont. (Pamplona: Universidad Pública de Navarra, 2010. ISBN 9788497692601).
En 1597 Felipe II le nombra simultáneamente Administrador General de las minas del reino, por lo que inicia un viaje de dos años visitando las explotaciones de la península, que termina redactando un informe sobre la situación de las mismas. En este documento pone en evidencia la deplorable situación del sector, y la necesidad de buscar una nueva fuente de energía para la labor minera, entendiendo que los recursos utilizados hasta el momento, no permitían la subsanación de las deficiencias advertidas.
En este viaje, uno de sus ayudantes falleció por inhalación de gases tóxicos, y él mismo tuvo que ser internado en ese mismo episodio, estando al borde de la muerte. Junto con la contaminación del aire, constato que el mayor problema técnico de las minas, en aquel momento, era la inundación de las galerías, que impedían las labores mineras.
En su Discurso final informando sobre la problemática minera propone medidas, pero en el ámbito tecnológico decide él mismo buscar posible soluciones. Sin unos conocimiento científicos o tecnológicos específicos, llega a la conclusión que debe ser utilizado un nuevo vector energético, seleccionando el vapor de agua para este fin, siendo, por tanto, el primer antecedente del uso de este agente para iniciar su proyecto tecnológico y energético en la Edad Moderna en las minas españolas, y en el mundo.
Es por tanto, el primer antecedente del uso del vapor y el inicio de la Revolución Industrial, que posteriormente desarrolló Gran Bretaña, y que supuso una nueva etapa de prosperidad para la humanidad. Es la primera referencia de la posible aplicación del vapor de agua en la actividad industrial.

Retrato imaginario de Jerónimo de Ayanz y Beaumont
Posiblemente sea también el caso más peculiar de inventor tecnológico, sin antecedentes científicos básicos conocidos, propios o de terceros de su época, pues realmente Ayanz fue un adelantado a su tiempo.
Solicitó de la corona el reconocimiento de sus más de cincuenta inventos tecnológicos, obteniendo el privilegio real o patente para ellos. Sus inventos no fueron simples ideas, el protocolo establecido exigía su construcción y su comprobación. Por ejemplo, el funcionamiento del sistema de climatización que diseñó, fue inspeccionado por dos especialistas nombrados por la corona, en su propia casa de Valladolid en 1602, incluso estando presente Miguel de Cervantes, y posteriormente también instalado en la mina de plata de Guadalcanal, en Sevilla, como sistema de ventilación de la misma, para evacuar los gases nocivos o tóxicos generados en la explotación.
El ingenio de vapor que concibió, también funcionó con éxito para desaguar esa mina de plata. El traje de buzo se probó teatralmente ante Felipe III y su corte, a orillas del río Pisuerga.
Concibe ingenios para el drenaje del agua de los pozos de las minas, mediante vapor de agua, en los que esta subía por presión o por la fuerza expansiva del vapor, basándose en el principio de sifón, obteniendo su desagüe de forma continua.
Para estos casos inventó un tubo eyector, semejante al que años después concibió Pitot, basado en el efecto Venturi, cuando todavía estos dos científicos no habían nacido, ni se conocían los fundamentos de la dinámica de fluidos.
No podemos olvidar que el polímata Ayanz había tenido una especial formación en la corte de Felipe II, como paje, pero no accedió a la enseñanza universitaria, y su preparación técnica y científica debió provenir de su propia experiencia y, posteriormente, directamente del ejercicio de la responsabilidad como regidor y posteriormente, como administrador general de las minas del reino.
Su ámbito familiar no era propicio para la invención mecánica. Pero él fue un verdadero hombre del renacimiento.
Con espíritu inquieto y universal, inteligente y muy capaz, adquiere múltiples compromisos simultáneos: Regidor de Murcia, Gobernador de Martos, Administrador de bienes, Responsable de encomiendas, Administrador general de minas, etcétera. Y no se limita a gestionar la administración de patrimonios, también analiza alternativas de economicidad, eficiencia y optimización de los procedimientos de gestión, lo que le permite hacer sus propias contribuciones a
la Ciencia y la Tecnología como inventor.
Al adquirir la responsabilidad sobre las minas del Reino de España, se vio obligado a analizar y estudiar la situación de estas, realizando un detallado informe para su mejor gestión, e intentar dar solución a los diferentes problemas planteados y que podían paralizar la explotación de esa fuente de ingresos de la corona. Por tanto, en su informe se proponen recomendaciones en todos los ámbitos que afectan a esa actividad: impuestos, recaudación, ámbito judicial, gestión de la mina y su laboreo.
También aplicó la investigación documental, para descubrir minas antiguas abandonadas, examinando los registros de las minas de Contaduría del archivo de Simancas. Y buscando posibles escoriales abandonados en la superficie, que eran mucho más baratos de explotar metalúrgicamente. Ingenió soluciones para la extracción de minerales, convocó premios para mejorar los procedimientos mineros, aplicó nuevos procedimientos para beneficiar los minerales negrillos del
Potosí. Desarrolló múltiples inventos para mejorar la actividad minera: molinillos, destiladores, hornos de fundición e, incluso, procesos metalúrgicos.
Sufrió una grave enfermedad paralizante, pero consciente, escribió sus últimas voluntades indicando que veía venir su muerte, y que se preparaba para ella, aceptándolo cristianamente. Pidió que fuese enterrado en Murcia, y se declara un esposo amante de su mujer, Luisa Dávalos.
Tras esa larga enfermedad, Jerónimo de Ayanz y Beaumont falleció a los sesenta años, en Madrid, en la calle Fuencarral, el 23 de marzo de 1613, y fue trasladado a Murcia donde descansan sus restos en la capilla de la Catedral. Sin duda, fue un visionario en todos los sentidos, un humanista adelantado a su tiempo que no tuvo el reconocido que merecía en vida.
Unos días antes había hecho testamento y tuvieron que sostenerle la mano al firmar pues, el hombre que había podido doblar con sus dedos platos de bronce, ya no era capaz de sostener una ligera pluma de ave. Eran sesenta años de una vida intensa y en ella había acumulado una gran fortuna que, al no tener hijos, recayó en su mujer, Luisa Dávalos, y en un sobrino llamado Jerónimo de Ayanz
y Javier, un personaje encumbrado por su tío en la Corte, pero que no heredó la iniciativa del inventor navarro. Las patentes de invención, aún vigentes, quedaron olvidadas en el Archivo de Simancas.

Escudo de Armas de la familia Ayanz
Murió un hombre activo, valiente, íntegro, polifacético, inquieto, emprendedor, creador, científico, inventor, pintor, músico y torero.
ATECYR acaba de publicarnos, con prólogo del Presidente de la asociación, José Porras Aguilera, la biografía de este hombre singular: JERÓNIMO DE AYANZ Y BEAUMONT, inventor de los primeros sistemas de climatización y de ingenios para el uso industrial de vapor, por lo que no puede ser olvidado.